Cocina y Arquitectura
Cada día encuentro más semejanzas entre la cocina y la arquitectura. De hecho, no soy el único que piensa así. Recomiendo el libro “What architects cook-up?”.

Cocineros como Ferrán Adrià o Arzak han sido capaces, cada uno con su estilo propio, de convencer al público en general de las virtudes de la llamada “cocina de autor”. La gente ha asimilado rápidamente que una cosa es la que se hace entre los fogones de sus casas y otra bien distinta son las creaciones hechas a través de la re-interpretación e investigación. Además se ha logrado que el público acepte de buen grado entrar a ese juego propuesto y sobre todo, pagar por ello. Porque, no nos engañemos, los alimentos utilizados son muy parecidos a los que podemos encontrar en muchas de nuestras neveras, pero la diferencia es el intenso proceso intelectual que lleva al resultado final. Eso es realmente lo que se paga y encarece el producto.
Muchos arquitectos nos quejamos de la poca valoración que tiene hoy en día el trabajo que desempeñamos. En la arquitectura existe últimamente la sensación de que todo el mundo “entiende”. Cualquiera es capaz de diseñar un plano de mejor o peor manera que incluya perfectamente su bonita cocina con electrodomésticos, sus dos habitaciones muy luminosas con armarios empotrados y su salón con un gran televisor de plasma.

Tenemos todavía mucho que aprender del movimiento moderno, y no precisamente por la revolución en los métodos constructivos. Los arquitectos de aquella época, al igual que pasa hoy en día con Ferrán Adrià y compañía, sabían vender muy bien su producto. En los años 50 y 60 Frank Lloyd Wright o Le Corbusier eran auténticos personajes mediáticos y no era extraño ver a Frank Lloyd Wright en programas punteros de la televisión americana como “What’s my line’”. Estos arquitectos estaban en boca de todos. La gente les respetaba, y ellos contribuían a hacer entender a la opinión pública que la arquitectura de autor necesita mucho esfuerzo, un esfuerzo que claro está, se paga.
Si no se es capaz de entender esto, es mejor darse la vuelta y cocinarse un huevo frito con patatas. Que por cierto, está buenísimo, pero no será una nueva experiencia vital que te marcará de por vida. Y no lo olvidemos, un huevo frito te da de comer para unas cuantas horas. Tu casa debe durar varias generaciones.
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